lunes, 9 de diciembre de 2013

Tercer día



Domingo 19 de mayo de 2013


Hoy comienza uno de los grandes retos para mí del viaje: casi 500km. Haciendo carreteras que no sabía cómo estarían realmente.

A las ocho estaba saliendo. Como eran las seis en Marruecos, todos dormían en el riad incluso el personal, así que desayunaría por el camino. Qué bonita es esa sensación de arrancar el motor para no volver por la tarde al mismo sitio. Pongo gasolina que como siempre fue en efectivo y de buena calidad.

Por fin empezaba a creerme que estaba de viaje, ya no pensaba en nada de lo que me preocupaba en mi vida diaria, sino en donde estaba la próxima gasolinera (que luego descubrí que hay más que aquí). Había comprado un mp3 para ir oyendo música por el camino, pero los paisajes no me dejaban concentrarme en ella, así que siempre se me olvidaba ponerla.

Enfilé rumbo a Azru, donde pararía. Por el camino había nubes muy bajas y conforme subía hacía más frío y amenazaba con caer niebla. Gracias a la ropa térmica (en “la cadena”, muy buena y mucho más barata que la llamada ropa técnica) y a los puños calefactables no lo paso mal, pero fríooo…. “de grajo”. En el camino hay que detenerse en el Belvedere de Ito, la sensación, gracias a ir despejando, era como volar en avión. Es un balcón a un valle y las vistas son increíbles. Las fotos no hacen justicia.






Cuando llegué a Azur (la puerta del Atlas desde este lado) (Azru significa piedra), paré a tomar un café y comprar unas magdalenas, como desayuno. Vamos que lo que viene siendo una entera con jamón…. Ni de coña, pero no por culpa de la religión sino por la “tostá”. La mañana aquí era fría pero bonita…. De ese azul que todos queremos pintar de pequeños en nuestros dibujos.





Impresiona para alguien de una zona tan seca como la mía la vista de los primeros cedros. No entendía, (inocente de mí) porqué no estaba a la altura que debería según había consultado en el software de cartografía de mi ordenador.

Me fui a ver el cedro milenario, ya cadáver por cierto, pero aún así entre el camino por el bosque de cedros y lo espectacular de sus dimensiones es imposible no conmoverse al verlo. Estuve buscando los monos hasta que vi uno, ¡coño! esto es el espejo retrovisor de mi moto…




 Por cierto, ya no me acuerdo ni lo de las gasolineras… sólo importa el viaje…

Cuando vuelvo a Azru para empezar a ir hacia el Atlas comprendo donde está el ascenso… ¡joder, está “to junto”! Vas en Zic-Zac  y parece que despegues desde Azru…

Conocía el terreno de haberlo visto en Google Earth 3D. Sí, ya te digo, las veces que lo repasé.

Bosque de cedros, Bosque de cedros, Bosque de cedros, Bosque de cedros, Bosque de cedros... y de pronto ahí está sin avisar... estoy en lo alto del Atlas, veo la nieve y el paisaje que me rodea se parece al que sale en “Long Way Round” (los moteros sabeis a qué me refiero) a su paso por Mongolia. Todavía no sé como no me estalló la cabeza dentro del casco, el aire tan puro, la visibilidad, el silencio… era increíble, el viaje no dejaba de sorprenderme con paisajes. Llenaba mi nervio óptico al igual que un buffer pequeño, de forma que mi cerebro no tenía tiempo para ir procesando lo que veían mis ojos y se empeñaba en saborear cada instante mientras el siguiente estaba haciendo cola para que lo degustasen.

Estaba pletórico, todas las preocupaciones que este viaje me habían generado estaban amortizadas. Cada segundo que había pasado trabajado en su preparación, no estaba perdido, lo estaba recogiendo con intereses de usura…  y no tenía cargo de conciencia en quedármelos.

Lo mejor de todo es que empezaba a darme cuenta que no tiene sentido la expresión “¡esto es lo mejor que he visto!”, pues cada kilómetro me descubría más cosas…esas sensaciones me hicieron comprender el concepto “meseta del orgasmo”: tu respiración se  entrecorta, cada inspiración es demasiado corta como para llenar tus pulmones, no puedes bajar el nivel de excitación… estoooo donde iba? Ah¡ Ostia¡ Marruecos…

Bueno, el caso es que el Atlas es algo que uno debe cruzar al menos una vez en la vida.







 

Pero tan envolvente como es la entrada en el Altlas, es la salida. Poco a poco te rodean un abeto aquí y otro allá, un cedro (vamos como si los distinguiese, bueno para eso es la literatura joder…) y vas bajando y el paisaje empieza a secarse.
 Ves un paisaje como el que hay en la hoya de Baza, con tierra rojiza y cantos “rodaos”, pruebas mudas, para los ajenos, de otros tiempos más “mojados”.

Tras esto Midelt y tras éste el terreno se vuele a levantar, pero esta vez sin árboles. Ya empieza a aparecer una de las formas de desierto…hasta luego Rich…







  
Y por fin otro de los puntos de este viaje “¡El túnel del Legionario!” No es que sea algo especial en sí, pero para mí fue una de las primeras cosas que encontré en Google cuando empecé a preparar el viaje, construido por la legión extranjera, ya eso era aliciente para conocerlo.

Pero sobre todo, además de haberme permitido conocer un primer paisaje desértico, me hacía ver que había conseguido llegar hasta ahí.







Lo que sigue a continuación debería escribirlo mientras suena la melodía de memorias de África, cuando por fin ves el valle del Ziz (que significa gacela). Tan profundo, con esas columnas de roca en la parte superior de los acantilados y ese palmeral verde en medio de esos tonos albero. Otro momento “A ver si ties cojones de procesarlo”.





A la hora de comer ya estoy en Errachidia o Arrachidia . Busco un restaurante que traía marcado como waypoint y la verdad es que es increíble cómo algo tan frío como un WP puede transformarse en sensaciones tan cálidas cuando conoces a personas como Hafid

Para mí Hafid  (Café SAADA) es un de las personas por las que ha merecido el viaje y sobre todo parar a conocerlas. Gran persona donde las haya, tratando de sacar un negocio para adelante (http://www.khettaraoasis.ma/acceuil) y sobre todo un entusiasta de su tierra y de su zona. De él aprendí que la próxima vez que vaya por allí Errachidia no será simplemente un lugar de paso, sino que desde allí se pueden ir a descubrir unos alrededores increíbles tanto del Atlas como del Erg o la Hamada.
También aprendí la importancia de parase a charlar sin pensar si tienes que continuar…desde aquí Shokram

En el camino pasas por Rissani que se considera la puerta del desierto.



Puerta del desierto, bueno si alguien sabe poner puertas al campo.

 

Por Erfou pasé un poco rápido, pero me daba pena por un amigo que tenía gran interés en venir, pero la crisis le ha dejado en situación de no poder venir y la verdad que parar aquí me recordaba el hecho de que se hubiese quedado atrás, “Desde aquí Shokram” a Pepe por compartir una ilusión. Sólo paré para ver un poco desde fuera el Kasar “Maadid”.








Podría repetirme, deshaciéndome en epítetos, pero es mucho más simple…, llegado a esta altura uno empieza a sentir el desierto cuando pasa al lado de esos Ksares y ya se percibe las montañas secas y a lo lejos muy lejos una pequeña línea como pintada con un lápiz de ojos ese rabillo de color naranja “el ERG CHEBBI” y ahora os diré que este era otro de los sitios claves del viaje, vamos que os he dejado pasmados, no te lo esperabas. Si has llegado hasta aquí es que eres la gacela de Mc Bauman (http://elesconditedelosviajes.blogspot.com.es/2009/11/el-sindrome-de-la-gacela.html) .









 
Por el camino me encontré un perro suicida, más tarde descubriría que era un zorro del desierto,  “sieske no hay na como el sabé” (traduce esto Artur Mas). La historia la contaré más adelante.

Para cuando el GPS me dijo que tenía que girar a la izquierda por un camino de tierra-pista, que traía bien marcado desde el Google Earth, me encontré una gasolinera a la derecha. No os podéis imaginar en los seis meses de preparación cómo ha ido cambiando la información que tenía y es que Marruecos está cambiando a un ritmo de vértigo. Estamos hablando de que informaciones de tres o cuatro años antes hablaban del último repostaje en Risani y se hacía a mano.

El caso es que tomé la pista indicada y la verdad con mi Fazer se me caían los empastes, así que tenía que ir por el mismo borde de la pista (con una cuarta de ancho) para poder atenuar los tiritones de los ripplies de las ruedas de los todo terrenos.







Al final de la pista de unos 2km estaba el hotel, pero por medio le pasaba una nueva pista pisada que venía del pueblo (e iba a Merzouga) que había acabado de pasar un kilómetro antes, bueno los GPSs no son adivinos y el mío siempre piensa que su dueño es el más listo y nunca se equivoca, así que el repite lo que diga su dueño. Ja, Ja, Ja…

El hotel es una pasada, como la mayoría por aquí.







Para cuando llegué a la recepción me acordé que en Midelt me había quitado la camiseta térmica y el forro polar pero los pantalones… no era plan de quedarse en paños menores en un país extranjero… y sí, sí que dan calorcito si además le añadimos el térmico del pantalón de moto, el de goretex y la cordura de 500 deniers… su puta madre¡¡¡…tengo los “guevos cocios” y la zanahoria al punto.

En fin, ya en la habitación, ducha, lavado de ropa y tendido en ducha y paseo por las dunas… ¿ recordais el perro suicida-zorro del desierto?… pues en la inmensidad del desierto de dunas con un paisaje solitario Ja¡, salen dos niños, que para mí que por generación espontánea. Mi amigo dice que no, que no es posible lo de la generación expontánea, y después de mucho discutir le he dado la razón para no seguir discutiendo… pero yo sigo en mi opinión, si no, no sabría explicarlo. El caso, dos niños aparecen y que si guía por chebbi, que si fósiles, que si foto con el zorro del desierto: “!!!ZORRO DEL DESIERTO¡¡¡” pero eso ¿ no es un perro?... madre mía, madre mía si ya decía yo que los perros no están tan locos como para cruzar casi debajo de una moto, vamos, que conste que yo sabía desde el principio que era un zorro del desierto… o…no…. Los chavales tenían arte pero les dije lo que siempre digo: “a los niños no les doy dinero” mejor vais a la escuela. Y como tienen ese arte me dice: “no si ya hemos ido, pero cuando salimos nos dedicamos a esto”. El paseo al atardecer por las dunas es algo increíble, una luz mágica envuelve todo en un tono miel que al igual que esta sabe dulce, muy dulce.

Aproveché para tomar mi frasco de tierra, tal y como vengo haciendo desde hace años cuando voy por ahí. Sí exacto, como el sargento de “salvad al soldado Ryan”, sólo que ya lo hacía yo antes de la película.





Las carreteras de este tramo (tipo N) todas buenas, más o menos como una nacional de aquí.

2 comentarios:

  1. Ya le vas dando al palique y haciendo las entradas mas largas. Eso es jeje
    Tu si que estás hecho un zorro del desierto, compi.

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  2. "Qué bonita es esa sensación de arrancar el motor para no volver por la tarde al mismo sitio"

    Esa sensación es maravillosaaaa!!!! Me alegro mucho de que hayas decidido hacer ese viaje. Gracias por acordarte de mí. De todas formas me lo debes sabes??

    Tendrás que llevarme sí o sí.

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