Sábado 25 de mayo de 2013
Hoy ya empieza la recogida. Es
una mezcla de alegría de volver a ver los tuyos y tristeza por todo lo que
dejas atrás y que sólo te puedes llevar en tus recuerdos (vale no cuenta la
Nikon… y la…. y… bueno vale soy un dominguero y?).
Lo bueno que tiene un viaje como
este es que hace que sepas quién es importante en tu vida. Es fácil… del que,
la que, no te acuerdes, es quien no es importante, ya que sólo echas de menos a
quién si importa.
Me preocupa otra vez tener que
circular por Fez, pero no hay nada de tráfico esta mañana y la salida a la autopista,
además de estar muy bien señalizada, me la indica sin problemas el GPS ( ¿Os he
dicho que tengo un GPS?...).
Decido hacer otro cambio en la
ruta prevista, que para eso está, para poder cambiarla. Como ya conocía Chauen,
decido irme por la costa para conocer Salé (lugar de venta de esclav@s que
había visto en un documental de National Geographic) y pasar cerca de Rabat. De
esta forma podría viajar cerca de la costa, que me lo pedía el cuerpo. Es
curioso cómo estudias cada paso al empezar y con qué facilidad a estas alturas
del viaje te da igual cambiar los planes.
De Salé merece la pena la muralla
que la rodea y el cementerio junto al río que la separa de Rabat.
La carretera se parece mucho a
nuestra querída Andalucía, incluidos los invernaderos y los cultivos
comerciales. Así que el viaje transcurre contemplando el paisaje y tratando de
no exceder la velocidad, ya que entre las adelfas de la mediana de la autopista
de vez en cuando volvía a ver a los
“fotógrafos titulados”.
Volvió a llamarme la atención los
arcos en Lixus, al igual que a la ida. Ya iré a verte, seguro, “pero todavía
no”.
Como iba bien de tiempo decidí ir
a Cabo Espartel y como que tuve suerte hacía una tarde increible y las curvas y
vistas del mar desde esa carretera ponían los pelos como escarpias (“Artur,
Artur… traduce eso, por cierto… los niños andaluces te mandan recuerdos… Pero
qué Malangue (Ops¡ otra cosa a traducir)).
Sopla el viento ¿no? |
Aunque pasas al lado de la cueva
de Hércules, como no había telefoneado al Olimpo no sabía si estaría o no, así
que lo dejaré para la próxima vez. Después del Espartel me fui al hotel a dejar
las cosas, tras esconderme una caja de pastelitos entre el pecho y la espalda
so pena que alguno acabase escondido en los michelines, pero… eso no son más
que daños colaterales.
Cogí mi cámara y me fui a buscar
las tumbas fenicias junto al café Hafa (ese tan famoso de las guías Lonely
Planet, Trotamundos, etc.) y como que los encontré y como que conocí a cuatro chicas
de Ubrique, ninguna amiga de Jesulín, que tuvieron el detalle de invitarme a
cenar,. Desde aquí Shokram.
El café Hafa se hizo muy famoso
allá por los ochenta o antes, sobre todo por los Hippies que lo visitaban y es
un ejemplo de cómo la población local lo ha incorporado. Son dignos de ver los
atardeceres que se pueden contemplar desde sus terrazas, colgadas de la ladera
de la loma que cae al mar.
Esa tarde hice de guía
improvisado para mi nuevas compañeras de viaje por la medina de Tánger, je je …
debe ser mis genes de morito bereber ( quien me conoce no duda de mis
ancestros), así que me busqué unas guiris para trabajar esa tarde. Fueron
bromas a parte una compañía muy grata y muy agradecida. Ah¡¡ me explicaron que
Ubrique está venciendo a los chinos y trayéndose de nuevo la producción.
¡¡¡VIVA UBRIQUE!!!
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