martes, 10 de diciembre de 2013

Quinto día



Martes  21 de mayo de 2013

A estas alturas del viaje creo que ya era algo más que un dominguero, creo merecerme el ascenso a dominguero de primera. Ya estoy integrado completamente en el viaje, da la sensación de que partí hace meses y que volveré…algún día. Es esa extraña sensación, que no sé si alguna vez habeis tenido durante un viaje, en la que a pesar de la duración de éste, parece que esa es vuestra vida cotidiana.

Me levanté temprano como todos los días, para poder arrancar a nuestras ocho de la mañana y, como siempre todos dormían en el hotel. Esa noche había habido una tormenta de arena con vientos fortísimos. Al comienzo del viaje me lo hubiese hecho encima, pensando en la mañana siguiente cuando me despertó el sonido de los granos de arena golpeando la ventana. Sin embargo ya había saboreado la pócima mágica del viajero y para entonces eres inmune a ese tipo de preocupaciones tontas. Simplemente pensé: bueno, ya veremos mañana, me giré y seguí durmiendo.

Cuando fui a recoger a mi pequeña blackhawk para cargarla, parecía un maquiato, era negra, pero su cuerpo lo recorrían grandes betas naranjas. Bueno yo la incliné ella se sacudió y otra vez lista… con esa mirada de recién levantada (que por cierto la hace muy atractiva…).

Salimos en dirección a Rissani, donde paramos para ver las ruinas de Sijilmansa, que aunque son eso, unas ruinas, no deja de ser un rincón donde los soñadores todavía vemos las caravanas cargadas de telas, sal y especias a lomos de los dromedarios. Si permaneces en silencio… todavía escuchas el “quejio” de los camellos al levantarse tan cargados. Desde aquí enfilamos otra ruta de casi 500Km  en dirección Ait ben Haddou (ait=pueblo de; ben= hijo de, continua tú).

A pocos kilómetros de Rissani se encuentra una loma conocida como la Fortaleza Portuguesa, donde se han rodado muchas películas: The Mummy I, Las cuatro plumas, Prince of Persia y un largo etcétera.

Qué lejos y qué cerca al mismo tiempo tenía la cárcel portuguesa. ¿Por qué será que cada vez le hago más ojitos a la Super-Teneré 1200? A pesar que quiera a mi BlackHawk






En esta carretera los paisajes son espectaculares, en pocos kilómetros pasas por diferentes tipos de desierto. Sí porque para los ilustrados como nosotros sólo hablamos de desierto, pero para las gentes que los conocen bien, tienen distintos nombres Erg, Hammada, etc. Para mí, pues bueno, como no soy ni lo uno ni lo otro pues: desierto como la luna, desierto como Marte, desierto como el Sahara, la ostia que desierto¡¡¡, etc.

Los primeros 100km desde Rissani hasta Alnif la carretera es un campo bombardeado, con lo que hay que ir: ostia que bonito-ostis, ostis que me dejo la rueda….Ahgg… qué musiquilla, era casi un estribillo.







Lo que hace la felicidad¡¡¡

Veis al Rey León arriba?

Recordais a Ewan Mcgregor pinchándolas en LWD







 Por el camino y después de ver una hilera de pozos, antes de Alnif paré en un bar:


-          Salam
-          Resp: Maleikum salam.
-          “A tene cawa cahwala” (a estas alturas ya sabía algunas palabrillas sueltas).
-          Resp : Où êtes-vous
-          Je suis de l'Espagne
-          Resp : pues hablemos en español¡¡¡

Yo soy de Huelva y la situación me recordó el chiste de los dos leperos hablando en inglés. El propietario del bar “en ninguna parte” había estado viviendo en España  por muchos años, en Barcelona, pero la crisis le había hecho volver: “gano menos pero vivo mejor”. Todavía guarda un gran cariño a nuestro país al que de vez en cuando sigue viniendo. Es increíble que nos tengan tanto aprecio y sin embargo aquí haya gente que los trate tal mal sólo por ser de otro lugar. Me dio buenos consejos sobre la carretera hacia Ouarzazate y me dio buena conversación. Desde aquí Shokram.

Justo antes de Alnif me encontré con una de las hileras de pozos que construyen para el mantenimiento de las conducciones de agua, pongo la foto del satélite porque es más espectacular verlo desde el aire que a nivel de suelo.






Cuando llegué a Alnif me encontré con este curioso cementerio musulmán de la foto que sigue.


Igual de fastuosos que nuestros cementerios verdad?





Una de las sensaciones más increíble en este tipo de paisajes es la sensación de tranquilidad, aunque muy de vez en cuando te encuentres algún vehículo.  Te entretienes mirando todo que a un vistazo inexperto y rápido parece monótono y repetitivo, pero si prestas atención ves todos los detalles que estando ahí menospreciaste segundos antes y aparecen las diferencias con al rascar un “ rasca”.

Por el camino pasas por Tazarine que es un palmeral muy atractivo, con callejuelas que invitan a pasearlas, pero los zapatitos de mi blackhawk no la hacen muy grácil sobre calles sin asfaltar, así que lo dejamos para otra vez ( yo buscando excusas para volver).

Tras este paso cruzas el río Dades que forma un paisaje parecido a las gargantas del Ziz , espectacular la combinación de colores verde con naranja. Cuando llegas a un puente siente una alegría que supongo tiene más que ver con nuestros sentimientos de especie que con algo lógico, ya que en el fondo no es más que la alegría de un mono ( por favor no os enfadéis monos) al ver un lugar para beber.





Tras pasar Agdz (pronunciada como la onomatopeya de asco) subes por unas pendientes increíbles y llegas a lo alto de las montañas, donde puedes ver unos cubos de piedra caliza enormes, resultados de las fracturas de las rocas. Aunque las gargantas del Todra y del Dades, a las que aún no había llegado, seguro que eran espectaculares, estas gargantas estaba seguro que no tendrían nada que envidiarle a ambas (luego lo confirmé). Lo más gracioso de estas montañas es que se ve que se les agotó el presupuesto y se baja hacia Ouarzazate en dos curvas, con lo que hay unas rampas muy curiosas, vamos, lo que viene siendo “digno de ve”.









A estas horas del día ya soplaba un viento curioso, así que aunque pensaba volver a dormir a Ouarzazate decidí que mejor me quedaba en Ait Ben Haddou. Por el camino pasé por los estudios de cine y a lo lejos se veía el escenario del Reino de los Cielos (¡Qué grande¡). También puedes por el camino ver el Kasar de Ouarzazate.

Después de unos cuantos soplidos del viento y algunas curvas apareció allí enfrente otro de los objetivos del viaje: Ait Ben Haddou.

Tras negociar la estancia me fui a recorrerlo, evitando el paso por el camino de conducción de ganado/turistas, ya que 100 m a la izquierda hay un puente que cruza el río y te lleva dentro del pueblo gratuitamente. Merece la pena las vistas desde el gallinero. Y cuando bajaba por las calles pude oír cómo le decían a Russel Crow “Pero todavía no”.

La verdad que aunque es muy bonito, desgraciadamente, parece que no se le está dedicando mucho del dinero que se recoge en él. El recorrido por entre sus calles te transporta a otro tiempo, donde si consigues evitar la hora de los turistas como fue mi caso , va y te gusta y me gustó tanto que le hice fotos al amanecer desde mi habitación a pesar de  tener levantarme antes.


Autopista de borregos y turistas, a 100m a la izquierda puente gratis







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